Recogiendo la invitación realizada por la Comisión de Ética de la Convención Constitucional, elaboramos una propuestas para apoyar su funcionamiento y diseño de código de ética. Nuestra Presidenta Mónica Alejandra Vargas Aguirre, junto a nuestro ex Presidente, Claudio Ternicier González, realizaron la presentación de la propuesta ante la comisión.
En la ocasión se destacó la relevancia que tiene el lograr un apropiado proceso de redacción de una nueva Constitución en tanto la sociedad chilena en su conjunto está observando dicho proceso más allá del texto mismo, lo que implica que la conducta de cada convencional y el colectivo, debe ser un ejemplo para la convivencia democrática en el país.
PRESENTACIÓN ANTE LA COMISIÓN DE ÉTICA
CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL
“La mirada ética no alcanza más allá del borde del sistema social en que surge, y la adopción de conductas no éticas en una comunidad surge de la fragmentación de dicha comunidad como unidad social. En estas circunstancias, ¿qué es lo que nos ha pasado en Chile?: nos hemos fragmentado como comunidad, y la única forma, creo, de reconstituirnos como nacionalidad, es a través de una conspiración, a través de una inspiración común para nuestro quehacer como nación. Debe ser una conspiración ético-moral que defina y constituya un espacio de aceptación mutua donde la presencia de cualquier chileno sea legítima, aunque no lo conozcamos, y donde nuestras acciones no nieguen esa presencia”.
Humberto Maturana.
Como Federación de Colegios Profesionales Universitarios nos gustaría apoyar al proceso que desarrolla esta comisión, revisando el concepto de ética y el sentido que este adquiere en nuestra sociedad. Lo anterior, basado en el largo camino que, como colegios profesionales, hemos recorrido desde hace muchos años, y que tenemos la esperanza que esta propuesta pueda ser un aporte a la armonía del proceso en que se redacte una nueva constitución.
Partiremos por el concepto de eudaimonia de Aristóteles, que suele ser confundido con felicidad, pero es más que eso; es el arte de vivir de manera virtuosa, el filósofo la define como la expresión de la vida más acabada que el hombre o la mujer, pueden lograr en el marco de sus posibilidades como ser racional. Algunos autores lo plantean como el antónimo de hedonia.
Cuando Aristóteles realiza un intento por establecer la finalidad del hombre, señala que la felicidad es el fin último del ser, no obstante, esta felicidad va más allá de uno mismo. Así, Aristóteles plantea en su texto Ética a Nicómaco, que, “Como en el caso de un flautista, de un escultor y de todo artesano, y en general de los que realizan alguna función y actividad, parece que lo bueno y el bien, están en la función” Así también ocurre, sin duda, en el caso del hombre, si hay alguna función que le es propia (Ética a Nicómaco, I, 7,1097b, 25-29).
La filosofía y la ciencia coinciden en que para ser feliz se requiere una vida que permita una conexión profunda con uno mismo, con los demás y con la naturaleza, así por tanto la vida en armonía, la vida buena es la vida feliz.
En la cultura zulú existe una palabra similar a eudaimonia, “Ubuntu”, el concepto refleja la relación entre el ser, el colectivo y el sentimiento de felicidad o de vida buena. El pueblo zulú cultiva la idea de la imposibilidad de la felicidad propia sin que el otro u otra, sea también feliz. Una persona Ubuntu no se deja de lado a si misma ni al colectivo, crece en el colectivo, porque no concibe otra forma de crecer. El Ubuntu se resume en “Yo soy porque tú eres”.
El Obispo sudafricano Desmond Tutu decía que “una persona con Ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.” (Schugurensky, 2015)
En la religión católica también existe una fuerte señal hacia la idea que lo bueno es lo colectivo, y se expresa en el mandamiento que señala, “amarás al prójimo como a ti mismo, (Mateo 22:39) El amor a la humanidad es central también en la propuesta católica.
Y también encontramos esta idea en la propuesta musulmana, Anas ibn Malik transmitió que el Mensajero de Allah, dijo: “Ninguno de vosotros cree hasta que ama por su hermano o por su prójimo lo que ama para sí mismo” (Sahih Bukhari 13, Grado: Muttafaqun Alayhi).
En la cultura mapuche, por su parte, Poyen viene a ocupar este espacio vinculado a la armonía universal. Poyen traducido como amor en el más amplio sentido de la palabra invita a amar al otro intentando comprender desde dónde habla. El amor parece ser entonces la clave del bienestar y la felicidad, mientras más se ama más posibilidades de hacer lo bueno para todas, todos, todo. San Agustín decía, “ama y haz lo que quieras” Si se ama desde lo más profundo, no hay posibilidad de error.
Aristóteles, además, denominó ética a la disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano, definiéndola como el conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad. Se trata entonces del estudio de la moral y del accionar humano para promover los comportamientos deseables. Una sentencia ética supone la elaboración de un juicio moral y una norma que señala cómo deberían actuar los integrantes de una sociedad, de una comunidad, de una comisión o de la convención en este caso.
La ética está directamente ligada con la probidad, y la probidad es un atributo que históricamente hemos asociado a la administración pública chilena, no obstante, esto dista mucho de la percepción que tiene actualmente la ciudadanía dado que desde hace un buen tiempo los escándalos de corrupción, en muchas instituciones nacionales y en empresas privadas, se han convertido en la norma y no en la excepción. Esto es lo que sustenta nuestro interés por aportar hoy.
Consideramos que la idea de BUEN VIVIR “Küme Mogen” en mapudungun y el BIEN COMÚN sustentado en la ética, significa optar por hacer las cosas que están bien, para el bien de todos, todas y todo, y evitar aquellas que son incorrectas o dañinas, sin esperar recompensas, ni para evitar un castigo; la opción por el buen vivir y el bien común, debieran ser los valores imperantes transversalmente en la redacción de una Constitución.
El debate entre ética y moral:
El debate entre la ética y moral es muy antiguo. Algunos filósofos consideran del mismo modo el concepto y otros los diferencian. No obstante, etimológicamente significan lo mismo; ética proviene del griego ethos el que se puede traducir como hábito, costumbre o como forjador del carácter o el modo en la cual la personas se construye a sí misma por medio de sus propias decisiones y acciones. Por otra parte, la traducción de ethos al latín se hace con el concepto moris que en estricto significan lo mismo. Aristóteles —en su obra Ética a Nicómaco, libro II— considera que ambos vocablos son inseparables, pues a partir de los hábitos y costumbres es que se desarrolla en el hombre y en la mujer un modo de ser o personalidad.
Luego del debate filosófico entre Kant y Hegel, comienza una distinción entre ética y moral. Así, en general se plantea que la moral es colectiva y se vincula con lo social y por ende se relaciona con las costumbres desde un punto de vista colectivo pero que forma el carácter de las personas, poniendo la ética o filosofía moral más en el plano de lo personal, dando como resultado aquello que algunos denominan simplemente como ética.
Desde la perspectiva etimológica no habría diferencias, y en cuanto a usanza podríamos decir que la moral está más vinculada con lo externo y la ética con lo interno. No obstante, lo relevante está en el plano de la delimitación del bien o lo bueno.
El relato convertido en verdad:
Para que un sistema social sea capaz de coordinar sus acciones en el espacio y el tiempo, se requiere construir un “relato convenido de la verdad”. En sociedades totalitarias, ese relato es impuesto por el grupo que ejerce el poder en función de sus intereses. En las sociedades democráticas, la fe pública se construye por la ciudadanía en su quehacer cotidiano.
Jesús para los cristianos o los Profetas como Sócrates, Buda, Mahoma o Lao-Tse, fueron los encargados de construir los relatos de la verdad en las sociedades tradicionales. Individuos que, producto de su talento y vocación, inspiraron a otros a actuar correctamente. La complejidad de las sociedades modernas obligó a colegiar el rol que ejercían los profetas. Son tantos los puntos de vista que coexisten en el mundo contemporáneo, que ha sido necesario crear un sistema de instituciones para cultivar la verdad. En las democracias occidentales, las universidades y los colegios profesionales son las encargadas de velar por la Fe Pública.
Y este será nuestro aporte a la comisión de ética; un enmarque de la necesaria coherencia entre pensar, sentir y hacer. Basado en la experiencia de la diversidad e interdisciplinar de nuestra organización que potencia la existencia de un espacio de aceptación mutua, donde se legitime al otro y con ello se permita la redacción de una nueva constitución por y para todas, todos y todo.
Elementos éticos para la redacción de una nueva constitución:
Pensamos que, para ser parte de la magna tarea de escribir una constitución, se debe: ser tolerante, moderado, respetuoso y prudente, pero sobre todo se debe ser fraterno y con ello empático.
Pero las palabras son vanas si no se condicen con la acción, y esta acción es a la que debe abocarse esta comisión.
Como se señaló, para el buen funcionamiento de la convención se requiere:
Ser tolerante, es decir, teneruna disposición anímica transformada en un acto que se ejecuta desde el reconocimiento del otro como legítimo otro en la diferencia, implica el reconocimiento de su individualidad, aceptando que es distinto y que es una persona que ha construido su sentir, pensar, decir y actuar en base a su propia vivencia y al lugar que ocupa en sociedad.
En momentos de crisis, social, política, económica, sanitaria y medioambiental (climática), la tolerancia no solo tiene una connotación ética sino de sobrevivencia, en tanto, no solo la convención, sino que la humanidad en su conjunto tiene el deber de avanzar colectivamente y en armonía, porque de ello depende la estabilidad democrática y también la sobrevivencia de la especie humana.
Ser moderado. La moderación no es más que la ausencia de excesos, el autocontrol de las emociones anteponiendo la razón en el debate y la acción.
Ser prudente. Laprudencia no es más que la “capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios”. Es la capacidad de que ayuda a discernir lo bueno de lo malo en función de no causar daño.
Todo esto en un ambiente fraterno/sororo y de empatía.
Pero ¿qué significa en la práctica ser fraterno? Significa entender al otro/a como un igual, aunque distinto y respetarle, pero la fraternidad no es mágica, no se establece por decreto, sino más bien es un proceso que se desarrolla en la práctica cotidiana de la tolerancia, el respeto, la moderación y la prudencia, pero sobre todo de la empatía.
¿Qué significa ser empático entonces? Se preguntarán, ser empático no es más que ponerse en el lugar del otro, pero esto no es fácil en un país individualista y fragmentado en donde la empatía ha sido relegada al cajón de los recuerdos, se ha dejado de practicar, se ha olvidado.
En este contexto recomendamos:
- La realización de un decálogo de comunicación que contenga al menos estos principios:
- No asumir como cierto nuestros propios prejuicios.
- No hablar en pasado y Buscar soluciones futuras.
- Evitar agresividad
- No interrumpir al hablante cuando haga uso de la palabra en el tiempo que le corresponde.
- Enfatizar en lo que estamos de acuerdo.
- Argumentación basada en hechos.
- Ser empático.
- Ser tolerante
- Ser cuidadoso con las formas al comunicar
- Escuchar con atención plena antes de hablar.
- La realización de un encuentro con los 155 constituyentes que permita la tolerancia y la empatía antes de comenzar el trabajo.
La empatía se aprende en la práctica, recomendamos a la comisión la realización de una jornada de conocimiento entre convencionales que permitan el desarrollo de la empatía y que ponga en el centro el concepto, jornada que con gusto podríamos ayudar a organizar.
- Propuestas de algunos posibles articulados para el código de ética de la convención constituyente.
Sin intención de intervenir esta asamblea soberana, a continuación, hacemos llegar la propuesta de algunos artículos que pensamos podría ser relevante incorporar en vuestro código de ética basada, en diversos códigos de ética de nuestros colegios profesionales, los que le hemos hecho llegar en su totalidad al presidente de esta comisión.
1. Una obligación ética de los constituyentes, debiera ser el respeto y acatamiento de las leyes vigentes, salvo todo articulado y normativa directamente relacionada con la Constitución que está mandatada a reformarse.
2. Los constituyentes, en el cumplimiento de su misión deberán ser capaces de escuchar y considerar todas las opiniones de otros constituyentes, y en ningún caso descalificarlos por visiones diferentes a sus convicciones.
3. Lo constituyentes deberán propiciar acuerdos con sus pares, y emitir sus opiniones y votaciones de acuerdo a su convicción personal respecto a cada tema en discusión y/o votación, más allá de los partidos políticos o agrupaciones sociales que representen.
4. Los constituyentes no deberán emitir pronunciamientos, opiniones o declaraciones que constituyan una incitación directa o indirecta a la violencia.